


Las afortunadas playas de La Graciosa
Las playas de La Graciosa… ¿A qué suena muy bien? Casi todo el mundo cree que las Islas Canarias son siete, pero la verdad es que hay una octava (y en realidad, verás que hay muchísimas más, aunque son más pequeñas). Y no es la isla fantasma de San Borondón, leyenda canaria de una isla que aparece y desaparece mágicamente, sino la isla de La Graciosa. Esta isla es la mayor de las islas que componen el Archipiélago Chinijo, desde donde van y vienen dos barcos de línea con destino a Lanzarote.
En la isla no hay puentes, ni túneles, ni aeropuertos. Tampoco hay ruidos, ni polución, ni miles de forasteros arrastrando maletas o mochilas de acá para allá. Así que acostúmbrate a ser un privilegiado, pon cara de ello y actúa como uno de ellos, de modo que al atardecer siéntate en la orilla de la paya y mira en directo cómo eran las Canarias antes de que se inventara el turismo.
Al igual que el resto de las islas Canarias, su origen es volcánico. Su pico más alto es el de Las Agujas, con 266 m. No seas perezoso y sube a su cima porque la vista merece la pena y no sufrirás como en la subida al Kangchenjunga.
Las playas de La Graciosa te ofrecen 600 metros de arenas doradas, bañadas por un mar de vibrante color turquesa y enmarcadas por el volcán Montaña Bermeja y el islote Montaña Clara, ambos de un rojo encendido que te aseguran no tener hipo durante tu estancia. Al sur predominan amplias playas de arena rubia y esto sabrás lo que es cuando llegues allí.
¿Te gusta bucear? Los fondos submarinos de La Graciosa atesoran la mayor biodiversidad de las Canarias. De hecho es la mayor Reserva Marina de Europa. Así que si no buceas, cálzate unas aletas y enmascárate y lánzate al agua. ¿Imaginas alguno de los capítulos de Jacques Cousteau en el que eres protagonista? Pues a embarcar en el Calypso… y a bailarlo por la noche, porque serás un afortunado en las islas afortunadas.