El poder de lo remoto, la ilusión por conocer.

Ekas, al sudeste de Lombok (Indonesia), es un remoto lugar perfecto para surfear.

Supongo que hablar de lugares remotos es tan ilusorio como intentar delimitar el binomio cerca-lejos. ¿Para quién remoto? ¿Para quién lejano? ¿Conoces Ekas?

Yo he tenido siempre cierta debilidad por esa idea de remoto. Una obsesión recurrente por competir con mis propias posibilidades y continuar la carretera un poco más allá, de subir unos metros por encima de mis metas previstas, de inundar las rutas planeadas de “y si, y si …”.

Esa esquinita de Lombok era el trocito de tierra más parecido a “remoto” cuando el mapa tenía ya los pliegues marcados. Ekas era, en aquel momento, un lugar algo insólito al que no era fácil acceder. Situado en la costa sudeste de Lombok, Indonesia, esta bahía rodeada de salvajes acantilados representa un impresionante enclave para hacer surf. Playas vírgenes de aguas cristalinas junto a un pueblito en medio de un terreno arduo. Cuando me adentré en esa pequeña protuberancia costera desde la carretera principal, apareció un camino de tierra llena de surcos y cuestas infames que demostraron, una vez más, mi incapacidad para manejar con soltura cualquier tipo de vehículo. La prudencia es intrínseca enemiga de los caminos poco frecuentados. La tierra roja y el sol implacable me engulleron sin retorno.Barco en Bahía de Lombok_Ekas_Playea

El viaje de ida y vuelta desde Kuta Lombok fue un imposible y encontré “el alojamiento”, el que podía pagar una vez rebasado el suntuoso resort, Heaven on Earth. Realmente, el uno de dos. Ese que está ahí esperándote cuando no lo ves nada claro.

Llegar por primera vez de noche a cualquier destino en un viaje es siempre desconcertante. El desconcierto sólo fue en aumento.  Los acontecimientos se sucedían bizarros. Ekas, es desconcertante. Y la cena de la segunda noche en aquel alojamiento solitario que regentaba una encantadora familia local me llevo a mi única travesía en velero, rumbo a Bali.

Surfeando_Ekas_Playea

Aquel encuentro me acercó de soslayo a las vidas paralelas. A las de toda esa gente que ahora, en este instante, mientras recuerdo todo esto, hace años que “mochilea” por el mundo, o navega con sus familias de isla en isla, o van a conquistar su enésimo 4.000. Están allí, ahora, una marea de individuos que se desplazan por esa otra vida. Tan “lejos” de ésta.

Un tiempo después reencontré a aquellos marineros australianos en Malasia… Y aunque nunca más he sabido de ellos, los días en Ekas me dejaron rozar esas vidas paralelas. Todo un espejismo. Como esa extraña e inquietante bahía de Lombok.